LOS MODELOS TIPOLÓGICOS Y LA DESCRIPCIÓN DEL GUARANI

Publicado en por Guarani

ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI
Maitei horyvéva opavavépe
David Galeano Olivera


LOS MODELOS TIPOLÓGICOS Y LA DESCRIPCIÓN DEL GUARANÍ

Manfred RINGMACHER (Centro Nacional de Investigaciones Científicas, de Francia)

Leer original (hacer clic) en: http://celia.cnrs.fr/FichExt/Am/A_14_02.htm

 

El auge experimentado por la tipología lingüística en las dos últimas décadas ha fomentado en muchos casos el interés por lenguas más bien "exóticas", y es así que no resulta sorprendente el hecho de que el guaraní, una lengua hasta ahora abandonada por la lingüística a su aislamiento sudamericano, haya podido convertirse en una lengua clave para la tipología.  Lo que no deja de ser insólito es que esto haya sucedido precisamente en el marco de la lingüística soviética. La "tipología contenidista", tal como ésta es hoy representada por Georgij Andreevič Klimov, está arraigada en la tradición de la tipología sintáctica soviética y puede ser caracterizada, a pesar de su indiscutible modernidad, como la continuación de algunos rasgos característicos de la lingüística a la que se ha denominado - en tono algo despectivo - "marrista". En efecto, numerosos aspectos de la lingüística soviética sólo se entienden precisamente desde la perspectiva del "marrismo". Tal es el caso también del concepto de tipo "activo". Es por eso que hemos de tomar en consideración al transcaucasiano Nikolaj Marr que llegó, al estudiar las lenguas de su país natal, a la intuición del parentesco lingüístico areal, al que sin embargo trató de entender como un parentesco genealógico. Esto le llevó, finalmente, a romper con la lingüística genealógica clásica de su época y a proponer en su lugar un audaz sistema especulativo en el que se reconocen los ecos de algunos conceptos de la teoria sociológica soviética. Sus propuestas encontraron resonancia, pero también ásperas críticas.  El poeta Osip Mandelstam se mofaba de los primeros "marristas" en los siguientes términos:

"La ancha boca del mago no sonreía, insistía en recordar que la palabra significa trabajo. La cabeza de Ovanesián poseía la facultad de alejarse de su interlocutor, como si fuera la cima de una montaña cuya forma sólo por casualidad recuerda a la de una cabeza. Pero el turbio cuarzo azulino de sus ojos tenía igual peso que una sonrisa. 'Cabeza' se dice en armenio 'glukhe', con una breve aspiración después de la 'kh' y una 'l' blanda... Y la novela jafética? Hela aquí: Ver, oír, y entender - todos estos significados estuvieron una vez unidos en un único haz semántico. En los estadios inferiores de la evolución lingüística no había conceptos, sino sólo direcciones, miedos y deseos, únicamente necesidades y temores. En el curso de diez milenios, el concepto de cabeza fue tomando forma a partir de aquel haz de significaciones nebulosas, y la sordera se convirtió en su símbolo. Por otra parte, amable lector, sin duda que confundirás todo, y no es tarea mía el educarte." (MANDELSTAMM:1933/83:28-29)

Como se sabe, en la llamada discusión lingüística de 1950 (que en realidad no constituyó una verdadera discusión) ha prevalecido el rechazo al marrismo, limitándolo ulteriormente a una presencia indirecta.

Desde sus orígenes mismos, el marrismo se presenta como una de las más marcadas entre las diversas reacciones regionales contra la lingüística dominante a fines del siglo XIX. Las formas de la lingüística soviética nacidas en esta tradición se caracterizan por el rechazo de la concentración casi exclusiva en la forma exterior del lenguaje (fonética y morfología), típica de los neogramáticos. Con ello se relaciona el acentuado interés por la problemática de la relación entre pensamiento y lenguaje, o entre pensamiento y lengua, que se manifiesta en el intento de dar cuenta de la semanticidad del lenguaje. La oración, en tanto nivel en el que se entrelazan las estructuras lingüísticas y las lógicas, se convierte en un centro de interés primordial. Al combinarse con planteamientos tipológicos, ese punto de vista desarrolla una nueva tipología, la tipología sintáctica, que ya no se pregunta sobre el estatus de la palabra dentro de la oración, sino que parte de la oración como estructura global y clasifica las lenguas según los tipos básicos de estructura oracional.  Tal reorientación se produce en el marco de la tipología clásica codificada en los manuales pertinentes, y es así como los procedimientos de esta última llegan a jugar un papel determinante en la constitución de la nueva tipología.

La tipología clásica siempre podía interpretarse como una sucesión de estadios lingüísticos. Esta idea evolutiva fue recogida en la tipología soviética, la cual la puso al servicio de una interpretación semántica o, por asi decirlo, "contenidista" de la historia de las lenguas. El marrismo temprano relacionó la evolución tipológica con las conformaciones sociales del materialismo histórico, lo que obligaba a considerar al lenguaje como un fenómeno supraestructural, y por ende no autónomo. Desde Meščaninov en adelante, la lingüística deja de lado los paralelos sociológicos y se limita a hacer consideraciones sobre estadios del pensamiento. Sin embargo, para comprender este enfoque lingüístico, es preciso advertir que también la versión corregida sigue concibiendo al lenguaje como fenómeno no autónomo.

Las unidades con las que opera la tipología soviética están prefiguradas en los tipos morfológicos de la tipología clásica. A Nikolaj Marr le bastaban aún los tres tipos amorfo, aglutinante, flectivo (KUZNECOV:1956:42), correspondientes a los tipos aislante, aglutinante y flectivo de Schleicher (cf. KUZNECOV:1956:11-12). Probablemente como eco de la clasificación cuatripartita de Pott, aparece en el marrismo temprano, propuesta por Jakovlev, la serie amorfo, polisintético, aglutinante, flectivo (KLIMOV: 1981:81), que se convierte en la serie amorfo, posesivo, ergativo, nominativo de MEŠČANINOV (1975:294), que opera ya con criterios sintácticos. El núcleo fundamental y el caballo de batalla de la tipología sintáctica soviética ha sido, desde sus orígenes caucasológicos, el paso de la estructura "jafética" - de sintaxis ergativa - a la estructura nominativa de las lenguas indoeuropeas y semíticas. Las hipótesis anteriores sobre un eventual pasado ergativo de las lenguas indoeuropeas encontraron aquí un terreno propicio, llevando a una concepción diferenciada de la ergatividad en la que se distinguía ahora un estadio pre-ergativo. Éste resultó finalmente reconocido como tipo aparte por Klimov, cuya serie tipológica abarca, en consecuencia, cinco términos: neutro, clasificante, activo, ergativo, nominativo.

El término "activo" de Klimov deriva de un uso de la palabra introducido por C. C. Uhlenbeck en la discusión acerca del ergativo en la lingüística indoeuropea y por E. Sapir en la lingüística estructural. Se trata de uno de los procedimientos posibles de caracterización de los actantes básicos, que es presumiblemente de conocimiento general desde la aparición de "The Case for Case" de Fillmore. Simplificando los hechos, en modo justificado por la economía de la descripción, se toman en consideración, por un lado, oraciones transitivas con un actante agentivo (A) y uno objetivo (O); y por otro, oraciones intransitivas cuyo único argumento actancial o bien precede racionalmente al predicado (A), o bien le sucede (O). En el caso del tipo "activo", se distinguen ambos tipos de oraciones intransitivas de acuerdo con la distinción de los actantes en el esquema biactancial. En el caso de los tipos ergativo y nominativo, los dos tipos de oraciones intransitivas reciben en cada caso igual tratamiento, equiparándose su único argumento a una de las posiciones en la oración transitiva canónica. En el caso del tipo ergativo, se le equipara al O, en el nominativo, al A (las líneas cerradas en los diagramas activo, ergativo y nominativo corresponden a los dominios de las formas para la expresión de cada tipo de actante):



ManfredRingmacher.bmp


En esta interpretación, el tipo activo parece equidistante de ambas formas de representación asimétrica de los actantes (que permiten ambas asignar el papel de "sujeto morfológico" a un primer actante). Pero esto no refleja exactamente la concepción que tiene Klimov del tipo activo.

El término "activo" es enteramente defendible desde el punto de vista de un "sujeto" entendido en modo logicista (es decir, como "sustrato" de un juicio). En tanto que en las lenguas nominativas el "sujeto" encuentra una expresión inequívoca en el nominativo, en los otros dos tipos resulta subclasificado, diferenciándose, a grandes rasgos, entre "sujeto de acción" y "sujeto de estado", diferencia que Klimov considera como directamente reflejada en las lenguas activas. "Activo" debe entenderse aquí como adjetivo relativo a la "acción". En el caso de las lenguas ergativas, ya no se trata de simple reflejo, sino que hay un condicionamiento gramatical: los verbos transitivos tienen un "sujeto de acción" en ergativo, los intransitivos un "sujeto de estado" en absolutivo. Si se acepta tal subclasificación (lo que implica ignorar los indicios morfológicos de que puede tratarse de un esquema oracional distinto del logicístico), la construcción activa parece de hecho precursora de la construcción nominativa. La investigación de lenguas "activas" tiene, por tanto, interés también para el examen de la hipótesis de los tipos como estadios lingüísticos.

En su tratamiento de los datos lingüísticos, Klimov se apoya por un lado en el concepto de "implicaciones" (que definen en su conjunto al patrón correspondiente), interpretando hechos de diversos dominios de la descripción como casos del modo de clasificación constitutivo del tipo en cuestión. Por otro lado emplea el concepto de "rasgo frecuencial", que no puede ser derivado del marco estructural del tipo que se atribuye a la lengua en cuestión y que es concebido (una vez más, en una interpretación evolutiva) como una implicación que se mantiene en tanto supervivencia de un tipo anterior. Klimov concibe el componente semántico del tipo activo de la manera siguiente:

"En forma concisa, la estructura activa puede caracterizarse como un tipo lingüístico cuyos componentes estructurales no se orientan a la representación de relaciones Sujeto-Objeto; sino de relaciones entre un participante activo y un participante no activo dentro de la proposición. De acuerdo con esto, los verbos están lexicalizados según el rasgo de la actividad o estatividad de la 'acción', y no de su transitividad o intransitividad, en tanto que los sustantivos se dividen en activos (animados) e inactivos (inanimados)" (KLIMOV:1977:4).

A esto se añade la distinción inclusivo/exclusivo de la 1a pers. pl. (p.109). En lo que respecta a las partes de la oración, se enumeran: la no existencia del verbo copulativo (p.102), del adjetivo nominal (p.103), suplido por los verbos "inactivos", y de pronombres posesivos y reflexivos autónomos e independientes, es decir, que pueden aparecer en el predicado.

Y por lo que concierne a la sintaxis, se reconoce además de la construcción activa e inactiva de la oración, en la cual ambas mitades de la oración están igualmente caracterizadas con respecto a su actividad, una construcción "afectiva" en la que esto no se da y que se caracteriza desde el punto de vista del contenido por "reflejar acciones y estados no voluntarios" (KLIMOV:1977:63). Klimov postula un orden de constituyentes no marcado SOV y OVS y hace hincapié en la particular solidaridad entre objeto y verbo, que se manifiesta también en la incorporación del objeto, característica que sería típicamente "activa".  En lo que respecta al sintagma atributivo, se señala el contraste entre determinante verbal postpuesto y determinante nominal antepuesto (p.125), sin que se justifique explícitamente su estatus como implicación. Por último, en lo que atañe a la morfología, se supone que la doble serie de marcas personales del verbo es una implicación, así como la existencia de morfemas no para el tiempo ("subjetivo", p.145), sino para el aspecto (p.131), y no para la diátesis, sino para una categoría emparentada con ella, la "versión", en la que aparece el contraste entre centrífugo-no centrífugo (p.131, pp.139-142). En el dominio del sustantivo, la distinción entre posesión alienable e inalienable aparece como implicación morfológica explícitamente justificada (p.131). En lo que concierne a la categoría del caso, para desgracia de Klimov, no es posible comprobar en ninguna lengua viva el casus activus supuesto por la indoeuropeística, dado que la flexión nominal, apenas surgida, es todavía pobre y "en la mayoría de los casos, los representantes del tipo activo no presentan ni siquiera casos posicionales" (p.159).

En tanto rasgos frecuenciales, Klimov menciona la aparición de dobletes animado-inanimado en los verbos y en los pronombres personales de la 3a pers., así como justamente la no diferenciación de animado e inanimado en algunos lexemas sustantivos en los que esta diferenciación, en su opinión, debería hacerse (p.66). A esto se añade la posibilidad de dobletes verbales de número (p.99).  Tal elenco de fenómenos, que recuerda a algunas observaciones de STEINTHAL (1860:229-231) y no es demasiado convincente aquí, adquiere relevancia clasificatoria para Klimov: en efecto, éste delimita, basándose en la presencia masiva de estos hechos, un subtipo "activo temprano" (el de las lenguas Na-Dene) dentro de las lenguas activas que maneja, en tanto que los rudimentos de rasgos post-activos (desarrollo de un adjetivo nominal, autonomización del pronombre posesivo, unificación de la 1a pers. pl.) indican que se trata de un subtipo "activo tardío", al que pertenecería la mayoría de las lenguas reconocidas como activas, a excepción de las lenguas tupí-guaraníes, que se consideran como particularmente fieles al patrón (p.79-80).

Klimov aduce ejemplos de cuatro lenguas de este grupo, apoyándose en descripciones ya existentes, sobre todo del kamayurá, según una monografía presentada como tesis doctoral en Moscú, en segundo lugar del guaraní, según las obras de referencia de GUASCH y GREGORES/SUAREZ y algunos escritos de De la Grasserie, además del tupí, siguiendo tanto los trabajos de RODRIGUES, Lemos Barbosa y Fernandes como la primera gramática, de Anchieta (que, sin embargo, no fue consultada directamente), y por último en un caso también el Cocama. Interés particular presentan, como es natural, los hechos del kamayurá, una lengua apenas descrita anteriormente, a la que Klimov considera más "genuina" que al guaraní paraguayo (al que llama "guaraní hispanizado") y que a "la koiné de base tupí extendida en la costa atlántica de Brasil" (p.169), es decir, seguramente la lengua descrita por Anchieta. Estas dos últimas lenguas presentarían una distancia mayor con respecto al patrón activo. No hay que esperar de estos trabajos demasiado en el sentido de un esclarecimiento de la estructura de estas lenguas; no se debe olvidar que Klimov, en tanto representante de una lingüística histórica consciente de sus métodos, está ante todo interesado en justificar el concepto de los "rasgos activos", concepto que se había revelado como útil no sólo en la indoeuropeística sino en mayor medida aun en la caucasología, en la que había sido posible corregir la tesis simplista de un grupo tipológicamente unitario, a saber ergativo, de lenguas "ibero-caucásicas" con una concepción más realista de las lenguas del Sur del Cáucaso (de las que Klimov es uno de los mejores conocedores) como "lenguas nominativas con residuos activos".

La clasificación según la animación o la actividad en el tipo activo se califica de "encubierta". Con este término, Klimov alude a la falta de marcas morfológicas, y al hacerlo va más allá de la intención originaria manifestada en el término acuñado por B. L. Whorf, que se refería a la expresión de funciones (a través de morfemas o de la posición) "only in certain types of sentence and not in every sentence in which a word or element belonging to the category occurs" (WHORF:1956:89); en esto concuerda con algunas concepciones modernas de la diferencia entre semántica "interna" y "externa" (FILLMORE:1977:60). El paso de una categoría raras veces marcada a una categoría que no se marca nunca se da fácilmente, siempre que sea claramente determinable por otros medios de qué categoría se trata. Klimov no se ocupa de esta cuestión, pero S. D. Kaznelson ha tomado posición al respecto en el marco de sus consideraciones sobre la "tipologia contenidista" (KAZNELSON:1974: 103-104):

"Las categorias latentes son los rasgos categoriales implicados que no poseen expresión lingüística autónoma [...]. Como todo otro elemento del pensamiento, requieren una expresión fónica, pero no se expresan directamente, sino mediante un rodeo, a través de las palabras y del contexto verbal. Si es cierto que las categorías latentes, como se dice a veces, se 'adivinan' a partir del contexto, esto sucede porque el contexto contiene indicios suficientemente claros en este sentido. Las categorías latentes no se expresan a través de los significados léxicos y las relaciones sintácticas en sí, sino a través de los signos léxicos gramaticalmente configurados y articulados en la oración."

Ante la claridad con que se expone allí cómo se llega al plano de las categorías gramaticales profundas, resultaría enteramente erróneo querer asignar a la categoría de animación de Klimov un sentido dentro de la "gramática superficial".

Kaznelson está convencido de la necesidad de "superar la tesis romántica de la identidad entre flexión y significación gramatical", y llega a hablar de un "fetichismo por la flexión" (KAZNELSON:1974:112). Pero esto no impide que tal rechazo de la forma sea justamente la causa de que la tipología contenidista no esté en condiciones de entender el lenguaje (y sus estructuras) a partir de su autonomía con respecto a "lo dicho". El intento de Klimov de justificar el tipo lingüístico activo es un ejemplo interesante de cómo un círculo cerrado como éste logra, con todo, integrar observaciones hechas en otra parte, en este caso la constatación del sistema activo hecha por Sapir y Fillmore.

En lo concerniente al contenido lingüístico cabe hacer hincapié en que los contenidos con los que trabaja la "tipología contenidista" se refieren a un sustrato externo a lo propiamente lingüístico y son contenidos de "lo dicho" en cada caso. En sí mismos, tales contenidos se refieren al problema general de las relaciones entre lenguaje y "realidad"; referidos a las categorías de las lenguas, las unidades lingüísticas se conciben como fundamentadas por las necesidades expresivas de los hablantes. Pero este tipo de problemas trasciende la tipología entendida como tipología de las lenguas, cuya pregunta constitutiva no es "es esto lenguaje?" ni tampoco "es esto una lengua?", sino "de qué tipo de lengua se trata?", pregunta que presupone que se ha aclarado previamente qué es "esta lengua". Se trata, entonces, de contenidos de las lenguas particulares. La aplicación de técnicas estructuralistas para determinar tales contenidos a partir de su expresión es justificable, y el rechazo del "morfologismo" (TESNIERE:1966:13.1) y del "fetichismo por la flexión" (KAZNELSON:1974:112) resulta una actitud arriesgada. Por más justificada que parezca frente a la "ceguera semántica" neogramática y post-neogramática, conduce al error de hipostasiar como contenido de lengua lo que no es más que interpretación contextual, cosa que se revela como inadecuada, si no en la descripción del sistema, al menos en el nivel de descripción tipológica, que emprendida así sólo puede llevar a tautologías.

Por eso no puede evitarse la oposición a Klimov en lo que concierne a la concepción de la tipología misma. Es posible que la "tipología contenidista" muestre puntos de contacto - en lo que respecta a su modo de enfocar los hechos - con las nuevas orientaciones tipológicas de la lingüística, en especial con el "funcionalismo" tipológico (GIVON:1984:38-39). Pero los puntos comunes son, en esencia, la búsqueda de un marco de referencia exterior a los sistemas lingüísticos y el rechazo - más o menos explícito - de la pretensión (estructuralista) de motivar todo lo relativo al lenguaje a partir de los sistemas lingüísticos implicados. El funcionalismo tipológico, con su interés en el decurso efectivo de los fenómenos del hablar, está, por el objeto mismo que se propone, ciertamente en condiciones de poner en evidencia los límites inherentes de los enfoques orientados a lo sistemático de las lenguas. Más allá de eso, puede también contraer un diálogo fructífero con estos enfoques. Por el contrario, la tipología contenidista, con su desesperada preocupación por la relación entre el lenguaje y la realidad (que el lenguaje representa o ha de representar), queda enteramente al margen de una lingüística que, basándose en el sistema de una lengua como hecho primario, ha elegido un enfoque mucho más fértil. Queda por ver cuáles serán las características de una tipología que parta del sistema lingüístico.

Según una propuesta retomada por E. Coseriu, la pregunta tipológica acerca del qualis se transpone de la totalidad de una lengua a las "categorías y procedimientos" que la componen, de lo cual se deriva una posición casi "semasiológica" contraria a la manera de proceder "onomasiológica" (a saber, la que clasifica partiendo de un sistema universal preestablecido). "El camino de la investigación no parte aquí de los tipos como clases o criterios de clasificación [...] a los sistemas lingüísticos, sino al revés, de los sistemas a los tipos lingüísticos" (COSERIU: 1983:277). Una tipología así entendida, en la medida en que se basara en los hechos idiomáticos (y no sólo "partiera" de ellos), podría hacer justicia a la intuición que tienen los hablantes de la unidad interna de sus sistemas lingüísticos. Su interés práctico para la descripción lingüística consiste en que el "bosquejo" tipológico que se elabora o descubre puede anticipar en algunos puntos la descripción sistemática, justificándola como esperable. Pero en la medida en que el plano propiamente tipológico de las lenguas siga siéndonos inasible, y que no sea superada la fase de las conformidades esporádicas por la clarificación de la conexión entre tales juicios, esta tipología no puede ser más que un objetivo lejano de la descripción lingüística.

II

Antes de ocuparnos del material analizado por Klimov, que puede recuperarse por lo menos como fundamento descriptivo "sistemático" de una caracterización tipológica del guaraní, hay que adelantar una anotación sobre una importantísima peculiaridad de la forma fónica de esta lengua. La nasalidad funciona en guaraní a nivel suprasegmental, como rasgo de secuencias fónicas enteras. Pero no hay que confundir la "armonía nasal", que dentro de una unidad acentual ante vocales nasales o consonantes prenasalizadas (nd, mb, ng) sólo permite secuencias nasales, excluyendo así también las consonantes prenasalizadas (GREGORES/SUAREZ:1967:65-69), con la "afección nasal" en posición inicial de morfema, producida por morfemas precedentes que contienen nasales; esta última se realiza de forma menos consecuente, es decir, de morfema en morfema: ña-mo-porã "lo embellecemos" muestra armonía nasal a partir de la vocal nasal de la última sílaba, acentuada; ña-mo-ngaru "lo alimentamos" muestra una afección nasal (ng por k), a partir del morfema precedente -mbo-/-mo-; en ña-mo-morã "lo consideramos bello" se entrecruzan armonía nasal y afección nasal: el morfema factitivo induce, de izquierda a derecha, mb por p, y la vocal nasal de la sílaba acentuada induce, de derecha a izquierda, m por mb. La distribución de las formas del morfema locativo de los sustantivos (óga-pe "en la casa" vs. tetã-me "en el país") corresponde también a las reglas de la afección nasal, recubierta por la armonía nasal, que hace que las sílabas postónicas se adapten en nasalidad o no nasalidad a la tónica (p.ej. en ko'ãga "ahora", la sílaba final átona tiene una vocal nasal y una consonante nasal correspondiente a ng). Con esto queda abierta una posibilidad - por cierto limitada - de reconocer al menos fónicamente una unidad "palabra", que trasciende un límite morfemático "hacia la derecha". Otros enclíticos, p.ej. -ma "ya", muestran por el contrario la misma limitación con respecto a la nasalidad como los miembros tónicos de los compuestos (cf. nde-kuatia-ñe'ẽ "tu libro" vs. ne-ñe'ẽ "tu idioma" o *nda-i-po-rã-i "no tiene lo que será mano" vs. na-i-porã-i "no es hermoso"). Es posible establecer una relación entre el tratamiento morfo-fonológico excepcional de   -pe/-me y la posición sintáctica peculiar del locativo en guaraní (y, de forma más o menos clara, también en las otras lenguas tupí-guaraníes), a la que Klimov no concede la importancia que merece.

Respecto a los hechos ya mencionados por Klimov, lo que parece más prometedor para la descripción es su presentación de las marcas actanciales. Los "prefijos xendales" (PX), "inactivos", representan al sujeto "inactivo" y al objeto en las oraciones "activas" que lo tienen: cf. el PX de la 1a pers. xe- "yo" en xe-mandu'a "tengo memoria, recuerdo", xe-rexa "me ves, me ve", los "prefijos areales" (PA), "activos", representan al sujeto de oraciones activas, que se puede concebir con más o menos evidencia como actor: cf. el PA de la la pers. a- "yo" en a-japo "lo hago", a-hexa "lo veo", a-guata "camino", a-ke "duermo", - y hay una jerarquia (1a > 2a > 3a pers. act. > 3a pers. inact.) que rige la expresión en un solo elemento de las estructuras biactanciales.

Sin embargo, si en lugar de partir del contenido volvemos la vista a la base morfológica de la descripción, se constatará que el ámbito de aplicación de las formas trasciende esos límites. No sólo que en la construcción con PX la distinción entre i-memby "tiene hijos (una mujer)", verbal (es decir, predicativo), y i-memby (o-karu-se) "sus hijos (quieren comer)", sustantival, proyecta en las formas mismas una diferencia que es contextual. Además, los PA no se limitan en realidad a la aparición en predicados. Al menos el o- de 3a persona aparece junto a morfemas de "versión" incluso fuera del verbo: cf. o-ño-ndive "uno con otro" vs. h-endive "con él" o ore ndive "con nosotros", - y si se sigue una indicación dada por Klimov mismo (KLIMOV:1977:110), los PX ñande- ("nosotros" inclusivo, vs. ore-, exclusivo, sin la 2a persona) y pende- ("vosotros") se pueden analizar en ja- o pe-, respectivamente, y nde- "tú" o sea algo como "nosotros + tú" ("nuestro tú"?) y "vosotros + tú" ("vuestro tú"?) en todo caso con un PA en posición inicial. Una posibilidad de justificar los empleos adnominales y adverbales de los PA es la de admitir que el PX corresponde a un contacto simple, inmediato, y el PA, en cambio, a uno complejo y mediato, que ya no se concebirá como puntual, sino como necesariamente linear. Tal tipo de relación parece adecuarse a la representación de procesos, y puede incluso explicar porqué los PA son obligatorios precisamente en las formas reflexivas (cuyo valor en parte pasivo, cf. a-je-hexa "me veo, soy visto", las haría más bien candidatos para una expresión con PX "inactivo").

En lo concerniente a las "categorías verbales" y a las clases léxicas que en ellas se fundan, puede demostrarse fácilmente que la tesis de que los lexemas del guaraní no presentan determinación categorial (TOVAR / LARRUCEA: 1984:88) es una simplificación excesiva. Es verdad que buena parte de los lexemas que en el predicado se pueden combinar con PA aparecen sin modificación formal alguna fuera del predicado en función "sustantiva" (así, p.ej., a-karu "(yo) como" y karu "comida"; ai-kuaa "lo sé" y kuaa "entendimiento, inteligencia", así como xe-kuaa "mi entendimiento" y "me conoces, me conoce"; a-hexa "lo veo" y texa "visión, vista", así como xe-rexa "mi vista" y "me ves, me ve"). Pero en primer lugar, esto no ocurre a la inversa: si, siguiendo a DIETRICH (1977:253), llamamos verbos a los lexemas del guaraní que se pueden combinar con PA, podemos afirmar que los verbos son también nombres, pero no necesariamente los nombres son verbos. En segundo lugar, hay un grupo de lexemas verbales de semántica relativamente homogénea, a saber, caracterizables como designaciones de agentivos, que aparecen fuera del predicado solamente con radicales derivados o, más precisamente, compuestos (cf. ai-kytĩ "lo corto" y también xe-kytĩ "me corta", pero ñekytĩ "corte", cf. a-ñe-ktĩ "me corto, me hiero").

De todos modos, en el sector restante, la división de Klimov entre sustantivos y verbos inactivos se apoya en propiedades de las cosas designadas y no en indicios propiamente lingüísticos (ne-mba'e será más bien "tu cosa" que "te pertenece" (es decir, "es tu cosa"), ne-mandu'a más bien "recuerdas" (es decir, "hay recuerdos tuyos, tienes recuerdos") que "tus recuerdos"). Por eso hay que tomar en consideración la propuesta de DIETRICH (1977: 154), quien ve aquí simplemente "una especie de oración nominal"; de esa manera, la dicotomía activo-inactivo de Klimov se resolvería en la dicotomía verbo-nombre. Sin embargo, hay que tener en cuenta un grupo de lexemas "inactivos" cuya forma básica en principio queda limitada al predicado (cf. i-porã "es hermoso" y pora-ngue "hermosura", i-puku "es largo" y puku-kue "el largo, la longitud"); para Klimov son verbos inactivos como los otros, para Dietrich, lexemas nominales adjetivales. Mientras que a la clasificación activo-inactivo, decisiva para Klimov, sólo se tiene acceso con grandes dificultades, la clasificación transitivo-intransitivo, que quedaría excluída en el tipo activo, parece saltar a la vista. Los verbos intransitivos forman el causativo no como el de los transitivos, sino como el factitivo de los nombres (cf. un intransitivo como a-karu "como" frente a a-mo-ngaru "lo alimento", a-guata "camino" frente a a-mbo-guata "le hago caminar, conduzco"; a-mo-porã "lo hermoseo, embellezco"; a-mbo-ka'a "le proporciono yerba mate" de ka'a "yerba mate" resp. i-ka'a "tiene mate"; pero con bases transitivas: ai-kytĩuka "hago cortar", ai-kuaa-uka "hago saber, hago conocer, enseño", a-hexa-uka "hago ver, muestro").

En tanto que en los verbos de transitividad télica, del tipo de aikytĩ, la concepción agentiva del proceso resulta evidente (el "cortar", por ejemplo, es una actividad que lleva a una nueva cualidad del objeto, implicando a la vez la acción intencional de un "agente"), queda un residuo de verbos transitivos (como aikuaa "lo sé", ahexa "lo veo") a los que corresponde más bien una relación de "afección" que concuerda con el concepto de "construcción afectiva" o de verbo de contenido "afectivo" de Klimov. En el subgrupo de verbos con alternancia de consonante inicial (cf. texa, (a-)hexa, (xe-)rexa), parece que incluso la morfología remite a la constelación semántica particular. Estos verbos contienen, como la mayoría de los transitivos (cf. a-i-kytĩ "lo corto", pero a-me'ẽ "lo doy"), al lado del PA también el PX de 3a persona, pero lo tienen precisamente en la forma particular que se da también en los nombres con alternancia de consonante inicial. Esto quiere decir que texa significa la "visión de alguien o algo", siendo "alguien o algo" el objeto del proceso designado, de igual manera que tape (cf. hape "su camino", xe-rape "mi camino" óga rape "el camino de la casa") no es simplemente "camino", sino "camino de alguien o algo".

Es un mérito de Klimov el haber planteado el problema del correlato semántico de lo que parece ser una mera complicación morfológica (cf. tal tratamiento de esta categoría en SUAREZ (1968: 270)). Klimov recurre a la oposición entre posesividad orgánica y no orgánica, correspondiendo la orgánica a la relación parte-todo en seres vivos o (cf. los nombres de parentesco) en organismos sociales, así como al inventario constante del entorno humano (KLIMOV:1977:149). Pero no parece darse cuenta de que la posesividad orgánica e "inalienable" constituye en guaraní el dominio de los lexemas con alternancia inicial. Partiendo de ejemplos tomados de otras lenguas supone una "identidad de los afijos personales verbales de la serie inactiva con los afijos personales nominales de posesividad orgánica" (p.132, cf. p.151), que no corresponde a lo que se observa en guaraní. En esta lengua, la posesividad "orgánica" no es relevante sólo en el caso de los sustantivos, sino que se trata de una clase especial de lexemas relacionales por naturaleza y que pueden ser, a su vez, verbos o nombres. El valor característico de los verbos relacionales del tipo a-h-exa se manifiesta aparentemente también en el hecho de que el objeto se presenta como inherentemente ya dado, es decir, no como objeto efectuado (como en el caso del verbo agentivo), con lo cual el elemento representado por el PA se interpretará necesariamente como no agente.

Quizá el rasgo estructural más destacado del guaraní, por su alta frecuencia, sea la composición lexemática, mientras que apenas si se presenta la derivación mediante elementos especializados, de modo que, aparte de los elementos pronominales, hay extremadamente pocos elementos puramente instrumentales (postposiciones y partículas). Incluso la subordinación oracional se basa en gran parte en la técnica de la composición. Aun más llamativo que la mera frecuencia y la coherencia en su aplicación es el hecho de que los compuestos se organizan en dos tipos posicionales diferentes. En el primer tipo, el determinante precede al determinado, como en óga jára "amo de (la) casa", ava ñe'ẽ "habla del hombre" [es decir, el guaraní], porakaha róga "la casa del cazador", nde róga "tu casa", y con pronombre (-ha) en posición de determinado, poraka-ha "el que caza" ["el del cazar"], (so'o) u-ha "el que come (carne)", (i-porã) nde re-ju-ha "(está bien) que hayas venido". En el segundo tipo, el determinante se halla postpuesto. Además de determinantes verbales y adjetivales (cf. kuatia ñe'ẽ "papel de hablar" [es decir, "libro"], ava kuaa-se "hombre de querer saber" [es decir, "curioso"], jasy ho-pota "luna que quiere irse (menguante)", óga guasu "casa grande"), hay gran número de casos con determinante sustantivo (cf. kure ka'aguy "cerdo silvestre, jabalí", óga tuju "casa de barro", karu pyhare "comida de la noche, cena" y también p.ej.  xe-ke-ko'ẽ "duermo hasta el amanecer", es decir, "tengo (la posibilidad de) sueño [ke] hasta la mañana [ko'ẽ]"). La semántica de los compuestos sustantivos del segundo tipo corresponde a una determinación cuasi-adjetiva, o sea "inactual" (cf. el "actual" en BENVENISTE:1974:153), valor éste que puede aparecer también con un procedimiento particular de derivación (que en otras ocasiones sirve para transformar adverbios en determinaciones adnominales, cf. jagua oga-gua "perro de casa" [es decir, "doméstico"] con óga "casa", como temi-mbo'e ko'ãga-gua "enseñanza de ahora u hoy" con ko'ãga "ahora").

La oración de relativo corresponde a este procedimiento de construcción, aplicado a oraciones enteras como una especie de determinante postpuesto (cf. jagua xe-su'ú-va "el perro que me muerde"). Se diferencia esencialmente de los compuestos postpositivos ya tratados del tipo kure ka'aguy sólo en la aparición del elemento -va, que forma junto con el antecedente del determinante relativo un paréntesis dentro del cual - y apoyado en el cual - es posible un grado relativamente elevado de complejidad sintáctica (cf. el compuesto ya mencionado ava kuaase y una oración relativa correspondiente como ava oi-kuaa-se va'ekue heta mba'e "uno que quería saber muchas cosas"). También en el caso de las oraciones de relativo pueden asociarse postposiciones a la unidad global resultante de la composición (cf. okẽ ai-pe'áva rupi "por [rupi] la puerta [okẽ] que abro"), un procedimiento que no se diferencia esencialmente de los casos del tipo the lady I go with's umbrella constatado por JESPERSEN (1954.6:293) para el inglés.

En los compuestos con determinado verbal, el tipo con determinante sustantival antepuesto corresponde a la "incorporación del objeto", también observada por Klimov. Pero, como es sabido, no se trata sólo de formaciones intransitivas a partir de bases transitivas  (como serían ja-kure-juka "matamos cerdos",  ja-kay'u "tomamos mate" , ña-petỹ-su'u "mascamos tabaco"), sino muy a menudo de formas transitivas, que incluso tienen derivados reflexivos y donde el elemento incorporado funciona como indicación de ámbito, debiendo ser entendido como determinación circunstancial (como en    ai-po-kytĩ "le corto (en) la mano", a-ñe-po-kytĩ "me corto (en) la mano", a-hogue-'o "lo despojo de hojas, lo deshojo"). Las "versiones" endoactivas, es decir, la reflexiva y la recíproca, cuyo -je- y -jo- respectivamente ocurre también fuera del verbo (cf. (xe-resarái) xe-je-hegui "(me olvido) de mí mismo" y (nde-resarái) xe-hegui "(te olvidas) de mí") y la versión exoactiva personal en -poro- (p.ej. ani re-poro-juka "no mates a nadie", es decir, el mandamiento "no matarás"), que se asemeja de manera evidente a la técnica de la "incorporación del objeto", se presentan como casos especiales de ésta, es decir, que los morfemas de versión han de considerarse como equivalentes de sustantivos.

Esto podría valer igualmente para el -mbo- de la versión transitivadora y el -ro- de la transitivadora comitativa (p.ej. a-ro-guata ixupe, según GUASCH (1976:204) "yo le hago caminar (caminando yo con él)", es decir, "le acompaño"), casos en los que sin embargo hay que suponer que -mbo- y -ro- son los determinados, paralelos a los primeros elementos en compuestos del tipo kure ka'aguy o en compuestos verbo-adverbio (cf. a-ha-jevy "voy de nuevo", que con la negación circumfijal nda...i se presentará como ndaha jevy@i "no voy de nuevo"). Desde el punto de vista sintáctico, el denominador común de los lexemas que forman el causativo en -mbo-, verbos intransitivos, sustantivos y adjetivos, es el predicado nominal (con PX), y se trata tanto de una verbalización como de la obtención de una estructura biactancial, comparable enteramente en sus efectos semánticos al paso de "tener" (predicado nominal con PX) a "dar" (verbo con -mbo-). Mbo- es el miembro determinado del compuesto, al que impone sus características sintácticas, y el determinante - como en los casos de predicados subordinados - se postpone al determinado. En el caso de -uka, el sufijo causativo de los verbos transitivos, falta la fase gramatical de verbalización, y la forma causativa es mera composición léxica. Precisamente, el sufijo -uka corresponde a un tipo de compuestos predeterminativos en los que un primer elemento verbal se puede combinar con -uka y con algunos otros lexemas verbales (p. ej. a-hexa-kuaa "puedo verlo" y ai-kuaa "lo sé", o ha-'u-pá-ma "ya lo he comido" y a-pa "me termino, estoy acabado").

Las palabras puramente instrumentales llaman la atención por el hecho de no poder llevar acento tónico, lo cual, visto en el contexto de que hay una acentuación contrastiva que recae sobre el determinante de unidades con dos miembros, puede ponerse en relación con la característica de las palabras instrumentales de ocupar el último lugar en el sintagma (postposiciones) o en la oración (partículas). Las postposiciones no lexemáticas, como -pe "en, a" o -gui "de, desde", que se añaden a lexemas sustantivos o a oraciones enteras (p.ej. ko táva-gui "de este poblado" y re-jú-gui "porque vienes"), se distinguen claramente de las numerosas designaciones sustantivas de relaciones (como tenda en ñane rendá-pe "cerca de nosotros" o kupe "revés" en yvyra kupé-pe "detrás del árbol"). Elementos no lexemáticos en este sentido son también -ixa (cf. ndé-ixa "como tú", re-hexáva-ixa "pareces verlo" ["(es) como (si) lo ves"]), -ramo (cf. nde-ixa-guá-ramo "siendo uno como tú", a-hexá-ramo "si lo veo" y con valor de partícula para ramo: a-hexa ramo "acabo de verlo"), el  -va relativo y el -vo con valor gerundial (cf. re-jú-vo "viniendo (tú)" en re-guata re-jú-vo "vienes caminando").

Entre las partículas hay, al lado de casos sin complicaciones como la partícula interrogativa -pa (cf. re-jú-pa ko'ápe "vienes aquí?") o las negaciones nda...i (para oraciones indicativas), ani (para el imperativo) y -'ỹ (para lexemas y sintagmas), una amplia serie de determinaciones modales de la oración, que comprende también un número de elementos como el ramo ya mencionado, formas que suelen tratarse como determinaciones temporales o    - como lo hace Klimov - al menos aspectuales del verbo. Pero fuera de los motivos técnicos de la traducción no hay razón para asignar a una forma como re-ju kuri "has venido" (recién, o según Guasch, hace tres días al máximo), un estatus diferente al de formas como re-ju nga'u "espero que vendrás" o re-jú-nte "vienes, simplemente". Algunas partículas se comprueban en otros contextos, como, nuevamente, ramo y al lado de e-ju katu xe-kompi "pero ven ya, compadre" o nde katu re-ju "pero tú vienes", hay también un i-katu "es posible". El caso más complejo es, por cierto, el de los demostrativos empleados como partículas. Como demostrativos, distinguen formas adjetivales e independientes (p.ej. ko kuña "esta mujer" y kóva "ésta/-e/-o", cf. también ko kuña kóva o kóva ko kuña "la mujer ésta"); como partícula aparecerá la forma breve (p.ej. ai-kuaa ko nd-i-katú-i-nte "ya sé, es que no es posible"). Esto podría ser la única supervivencia del llamado "aspecto temático verbal" (RODRIGUES:1953:123) existente en formas más antiguas de la lengua.

Los hechos enumerados pertenecen al contexto de la gramática de una lengua, y puede suponerse que, estando en tal contexto, pueden y deben integrarse dentro de determinadas normas de conformación de los sistemas lingüísticos. No se trata tanto de la cuestión de su "posición" en el interior de un todo que no queda circunscrito por la mera enumeración. El lingüista descriptivo se esfuerza, en todo caso, por captar, dentro del flujo de los hechos de habla, aquello constante, y lo hace a partir de la convicción de no estar frente a un mero agregado de datos, sino frente a un todo sistemático, o que tiende siempre a sistematizarse. Los hechos recogidos en el caso del guaraní se refieren todos a técnicas sintácticas de esta lengua. La idea subyacente es que, para encontrar por lo menos una respuesta (y no necesariamente la respuesta) a la pregunta "qué tipo de lengua es ésta?", conviene basarse en la sintaxis. Y en ésta destaca como fenómeno fundamental el extraordinario desarrollo de la composición de elementos lexemáticos. Ésta, y la composición con elementos pronominales, caracterizan a una sintaxis que se revela como sumamente simple, basada en la expresión yuxtapositiva de dependencias y que en el marco de esta técnica reducida hace uso de ciertas posibilidades compensatorias: por un lado, las dos orientaciones lineares posibles en la yuxta-posición (determinante-determinado o a la inversa), y, por otro lado, la alternancia formal en el determinante pronominal (o-, i- o h-), de manera que incluso las relaciones actanciales del verbo resultan representadas por complejos composicionales simples.

Comparando esta técnica estructural con las empleadas en otras lenguas mejor conocidas, no se puede dejar de constatar el paralelismo con la sintaxis nominal. Esto vale para el aprovechamiento de las dos posibilidades lineares, por ejemplo, en el adjetivo románico o en los compuestos nominales indoeuropeos (BENVENISTE: 1974:153), o en lo que concierne a la "incorporación del objeto", observable, es cierto, más bien en formas nominales, participiales, que en el verbo finito (tipo terrateniente). La observación de que los procedimientos que en guaraní tienden a constituir toda la sintaxis, en otras lenguas aparecen sólo marginalmente y localizados en el nivel de la palabra, tiene su sentido si recordamos la definición de la incorporación ("Einverleibung"), cuya particularidad consiste en "tratar la oración con todas sus partes esenciales, no como un conjunto compuesto de palabras, sino realmente como una sola palabra" (HUMBOLDT:1903-20:7:143). Con todo, el guaraní está obviamente muy lejos del modelo de lenguas incorporantes de la tipología clásica, "lenguas que, por agregación, sobrecargan particularmente el centro de la oración, el verbo, de tal manera que no es raro que ése 'se trague' a la oración entera" (POTT:1884/1974:56). La diferencia reside en que el verbo guaraní precisamente no reúne en sí todas las relaciones oracionales, sino que forma su núcleo con la representación de las relaciones actanciales, mientras que determinaciones del tipo de los adverbios oracionales (incluso, pues, determinaciones temporales etc.) se integran en un conjunto oracional implícito.

Si caracterizamos al verbo como "une conjonction de phrase" (HJELMSLEV:1959:190), es decir, como un elemento instrumental cuya instrumentalidad se refiere al marco de la oración, y si como tal lo comparamos con las otras categorías instrumentales (por otra parte escasas en guaraní), es necesario concluir que la ausencia de marcas gramaticales positivas e inmediatas es precisamente la característica del predicado: la unidad de la oración no se presenta como construida por medios lingüísticos y no se manifiesta como unidad más que en modo mediato, a través de las determinaciones exteriores del tipo de los adverbios oracionales que pueden añadírsele. La dualidad núcleo oracional vs. conjunto oracional, a la que no le corresponde nada en los sintagmas no predicativos, es lo que explica una construcción tan extraña como la de re-purahéi rei-kó-vo, que corresponde al español "estás cantando", pero como si se tratase de un "cantas estando".

Con esto concluimos nuestro bosquejo, no sin antes proponer que se sustituya el término "incorporante" por el término "polisintético" empleado por V. Skalicka precisamente para referirse a la técnica composicional. El guaraní sería en este sentido una lengua "predominantemente polisintética", pero con igual justificación podría llamársele lengua "clasificante", si bien en un sentido diferente al de Klimov. La parte defendible de su hipótesis del tipo activo, es decir, la estructura actancial "activa", puede integrarse sin problemas en esta caracterización. Por lo demás, existe ya una aplicación de la tipología de V. Skalicka al guaraní, debida a F. VRHEL (1975), de modo que podemos comparar los respectivos resultados. Vrhel parte de la fundada reflexión de "que precisamente el elemento aglutinante representa el candidato más probable a lo que se podría llamar el tipo lingüístico universal. Los demás tipos lingüísticos, por el contrario, se imponen en la lengua en una medida más o menos reducida" (p.58).  Después de abrir así el camino para la interpretación de los cinco constructos de SKALIČKA (1955: 27-28) como (agrupaciones de) técnicas de estructuración de aplicabilidad diferente en cada caso, se  evalúa haciendo referencia a SKALIČKA -  la  importancia  de  la  polisíntesis   para   las   lenguas   amerindias   en su conjunto, diciendo que ésta "no forma el esqueleto de sus gramáticas, más bien completa sus contornos y estructuras, en las que más bien prevalece el elemento aglutinante" (p.56-57). La adecuación global de esta afirmación es discutible, pero, dice Vrhel, "en el caso del guaraní nos esforzaremos por demostrar que junto con una aglutinación se impone un elemento isolante" (p.58). 

El contraste con las observaciones que hemos desarrollado en las páginas anteriores parece mayor de lo que realmente es. Las técnicas aislante y polisintética en el sentido de Skalička se parecen en el hecho de no implicar una diferencia formal entre lexemas y morfemas gramaticales, y se diferencian sobre todo en la limitación de la polisíntesis a la yuxtaposición. Vrhel considera que el sustantivo en guaraní está organizado en modo predominantemente "aislante", a excepción del prefijo posesivo (p.ej. en xe-rape "mi camino"), que es un rasgo aglutinante (p.61), y que el verbo es fundamentalmente aglutinante, lo que se observa en la posibilidad de encadenamiento de varios afijos (es decir, en casos como t-o-ñe-mbo-h-ory "que se burle", con signos de optativo, PA, reflexivo, causativo y PX). Considera que la expresión de tiempo y aspecto (que no se hace con afijos) y la negación circunfijal, así como los "límites [...] bastante elásticos" del verbo como clase de palabras, son rasgos aislantes, y "flexivos", a su vez, la diferencia entre dos conjugaciones (xendal y areal). Polisintética sería sólo la incorporación del objeto, que en guaraní es relativamente poco frecuente (p.67).

Tales resultados están probablemente influidos por una documentación algo elíptica, pero pueden dar lugar a una discusión que los trascienda. Lo que hemos dicho acerca del papel de la técnica polisintética en guaraní agota, a nuestro entender, las posibilidades de aproximación al concepto de tipología de Skalička dentro de un marco estrictamente descriptivo de la lengua particular, en la medida en que cada tipo es considerado una técnica coherente en sí misma, y la coexistencia de varios de ellos en un sistema lingüístico puede resultar problemática.

El enfoque de Skalička, que supone "constructos" que sólo se realizan en modo aproximativo en las lenguas, deja, cuando se proyecta a la descripción estructural de una lengua, la impresión de que los resultados no son algo "completo". Pero de hecho, justamente esto es la aproximación al moderno concepto de tipo en las ciencias humanas. El "tipo" asi entendido

"no designa un conjunto al que un elemento o bien pertenece o no pertenece, sino un individuo (ideal), al que los casos reales se aproximan más o menos desde el punto de vista formal. Por ello, el concepto de tipo no es un concepto general como el de clase; pero tampoco es un concepto individual en sentido estricto, ya que por su misma concepción no se limita al individuo designado, sino que representa en él la 'unidad en la pluralidad' de objetos variables" (ZERSSEN: 1973:41).

La tipología de Skalička es de una gran modernidad desde el punto de vista de una lógica de las equivalencias "vagas", frente a la cual también en la lingüística muchas construcciones claras deben justificarse como idealizaciones.

III

El interés que ha despertado el guaraní y en general las lenguas tupí-guaraníes en el marco de la tipología "contenidista" no tiene paralelos en "la tipología basada en el orden de las palabras fundamentales en la oración, que tan brillante desarrollo ha tenido a partir del artículo de Greenberg (1966) sobre los universales lingüísticos, considerando el S(ujeto), V(erbo) y O(bjeto), con sus implicaciones de orden de N(ombre) y A(djetivo), D(emostrativo) y G(enitivo), y el uso de Pr(eposiciones) o Po(stposiciones)" (TOVAR/LARRU-CEA:1984:201). En el texto clásico de Greenberg el guaraní es mencionado entre las lenguas-muestra (GREENBERG: 1963:59), pero sus particularidades sin embargo se pierden dentro de la masa de rasgos estadísticos. Por cierto que la "basic order typology" ha superado con mucho estos comienzos, para convertirse en un marco tácito de referencia del que se encuentran ecos incluso en Klimov.

El problema no es el de si esta tipología se puede aplicar al guaraní, sino el de cómo es posible que sea aplicable a esta lengua sin aparentes dificultades. La condición es que se renuncie conscientemente a identificar exactamente las unidades de la lengua particular que se califican. Lo dice Greenberg mismo muy claramente: 

"It is here assumed, among other things, that all languages have subject-predicate constructions, differentiated word classes and genitive constructions, to mention but a few. I fully realize that in identifying such phenomena in languages of differing structure, one is basically employing semantic criteria. There are very probably formal similarities which permit us to equate such phenomena in different languages" (GREENBERG:1963:59). 

El concepto de semántica que aquí se enuncia está realmente lejos de la concepción de sistema semántico de una lengua particular; en este enfoque se parte, con absoluta naturalidad, justamente de aquello que uno se empeña en excluir al describir estructuras de una lengua particular: la significación concreta del hablar con sentido en situaciones reales. Desde esta perspectiva, todas las lenguas se presentan como una suma de medios más o menos similares para un mismo fin. El primer paso en el trabajo del tipólogo - tan importante como poco evidente - es el de determinar un "caso normal" de estructuración lingüística, que será de hecho el que se puede describir más fácilmente, por cierto una forma de lenguaje que resulte más explícita y "transparente" que el guaraní. A partir de ahí, resulta irrelevante qué dificultades presente por ejemplo la distinción entre lexemas y morfemas gramaticales en guaraní, ya que a éstas se opone la posibilidad de comparar al guaraní con una de las variantes posicionales del tipo normal (que, éste sí, distingue entre lexemas y morfemas gramaticales), llegando así a captar en modo ya no sólo intuitivo el parecido entre las lenguas (y trascendiendo de este modo la mera constatación de las diferencias entre las lenguas). El hecho de que, en el caso del guaraní, de todos modos quede un gran resto de "diferencias" ya no es un problema de esta tipología, que sólo puede, como es lógico, resolver los problemas que ella misma se plantea.

Sin embargo, tales casos extremos de notoria desviación invitan a una comparación interpretativa. Así, por ejemplo, BRANDON/SEKI (1984) se escandalizan ante la evidencia de las palabras interrogativas en posición inicial que se constatan en algunas lenguas tupí-guaraníes ya que parten de algunas expectativas que se desprenden de la implicación 9 de GREENBERG (1963:63 - posición de las partículas interrogativas y de los afijos por un lado, pre- y postposiciones por otro). El guajajara, descrito por C. A. Harrison como una curiosidad usando la terminología de la discusión tipológica reciente en torno a la ergatividad (cf. PLANK:1979), pertenece al subgrupo tenetehara de las lenguas tupí (HARRISON:1986: 437, TOVAR/LARRUCEA:1984:94, cf. BENDOR-SAMUEL: 1972) y, en la medida en que tampoco coincide en el fondo estructuralmente con el guaraní paraguayo, se asemeja bastante al tupí y al guaraní antiguos;  su apariencia un poco aberrante deriva, a grandes rasgos, de la ausencia de la armonía nasal y de la preferencia por la posición inicial del predicado en la oración, rasgo ciertamente importante en una tipología del orden de las palabras. De todos modos, las relaciones estructurales en el predicado son en principio idénticas a las descritas para el guaraní y no deja de ser interesante lo que Harrison llega a extraer de esta lengua "with the hope of contributing some facts of interest to universal grammarians" (p. 407). Por un lado constata una "general accusativity in cross-r

eferencing pronominal clitics attached to the end of clauses" (p.408). Este pronombre que aparece al final de la oración corresponde al actante que se marca en el verbo intransitivo y al agente del verbo transitivo; es decir que no se diferencia en su sintaxis de la forma básica, sin marca casual, del pronombre personal independiente del guaraní. Por otro lado, Harrison se ve obligado a suponer, en relación con los prefijos pronominales del verbo, un complejo bastante insólito de "ergativity-accusativity-splits": con los PA habría "nominative(-accusative) cross-referencing", ya que el sujeto intransitivo y transitivo tienen idéntica expresión, en nominativo; con los PX  - "absolutive  (-ergative) cross-referencing", dado que el objeto y una vez más el sujeto intransitivo tienen idéntica expresión, en "absolutivo". Además se necesita "a split of the intransitive verbs into the control (volitional) versus non-control types", con concordancia con el nominativo en el primer caso y con el absolutivo en el segundo (p.419). Harrison considera, con toda razón, que este sistema es insólito. De hecho, tal mezcla de sistemas casuales, en las que una forma, según las necesidades del momento, es acusativo o absolutivo, nominativo o ergativo, presupone que no se ponga gran cuidado a la hora de tratar como idénticas cosas que apenas son aproximadamente semejantes.

La descripción de Harrison es aceptable en la medida en que en ella se llega a fragmentos de una configuración en "casos profundos"; pero son sólo fragmentos, porque el absolutivo y el nominativo, si se los disocia de su base morfológica, no son más que conceptos literalmente vacíos. Hay que tener presente esto al interpretar las afirmaciones de J. Bechert, que introduce, en un artículo lleno de ideas, al sistema de codificación activo como "asociación" de acusatividad con ergatividad:

"Los ST ["sujeto de la oración con verbo transitivo"] y los SI ["sujeto de la oración con verbo intransitivo"] de los verbos dinámicos se expresan de la misma manera, a diferencia de los OD ["objeto directo de la oración con verbo transitivo"], que a su vez se expresan igualmente que los SI de los verbos estáticos. Los verbos dinámicos reciben la configuración característica del sistema nominativo, con igualdad de expresión de SI y ST, mientras que los verbos estáticos presentan coincidencia en la expresión de SI y OD, característica del sistema ergativo. La asociación de ambos sistemas se conoce con el nombre de sistema activo y se encuentra sobre todo en las lenguas indígenas americanas" (BECHERT: 1982:47).

Hay que preguntarse con cuáles DO concuerdan los SI estáticos, ya que antes se había afirmado que "todos los verbos transitivos se conciben típicamente como dinámicos" y ni siquiera se considera la posibilidad de verbos estáticos que no sean monovalentes. El SI "estático", en tanto sujeto que no llena todas las expectativas relacionadas con el sujeto, porque justamente no es un agente, resulta identificado con una unidad que está explícitamente caracterizada como no-sujeto (a saber, que aparece, en un conjunto sintáctico, al lado de otra forma que, ésta, es un sujeto), y evidentemente, por más que los conceptos sean cercanos, no se trata, de ningún modo, de "lo mismo" que sucede cuando en un sistema ergativo dos unidades que no están expresamente caracterizadas como agentivo reciben la misma codificación.

Harrison a su vez identifica la contradicción, problemática para una tipologia de orden de las palabras, entre "genitivo" antepuesto y "adjetivo" postpuesto y trata de demostrar que esta lengua está inmersa en un proceso de cambio tipológico:

"Since Guajajara is like Basque (OV, N-Postp(osition), Gen-N, N-Adj) except in the VSO order of independent clauses, it is tempting to reconstruct an earlier stage Basque type for G(uajajara). The VSO innovation in G may historically coincide with creeping accusativity in the verb cross-referencing system" (p.415). 

El carácter cuestionable de esta descripción proviene de la identificación irreflexiva de la lengua con hechos externos a ella, a los que ésta sólo se aproxima. Eso lleva necesariamente a toda suerte de incoherencias en el caso de una lengua que se aparta ya de lo común desde el nivel de rasgos tales como la falta de la "palabra" en tanto unidad de estructuración sintáctica. Por el contrario, la aplicación de los conceptos de sujeto y objeto no es, en absoluto, problemática, en la medida en que con ellos se designe una relación abstracta con respecto al proceso denotado por el predicado, que se ha de distinguir estrictamente de la morfología de las lenguas particulares. Es perfectamente posible describir al guajajara como una lengua VSO, o un poco menos perfectamente (porque esto sólo vale, en algunos casos, para el predicado verbal) al guaraní como una lengua SOV, pero hay que tener claro que no se trata de lo mismo que lo que se designa como sujeto u objeto en las lenguas de construcción acusativa. La interpretación según el modelo acusativo parece sorprendentemente fácil, como lo comprueban tanto la descripción del guajajara (p.419) como las descripciones del guaraní, p.ej. la de GUASCH (1976:113, 118) y también la de BAREIRO/DESSAINT (1980:17), en la cual no se habla, es cierto, de sujeto, sino de "agente" en imorotĩ "es blanco" y okaru "come". Lo que sucede en tales casos es, simplemente, que una estructura no especificada en lo que concierne al sujeto resulta especificada en la interpretación. Igualmente compatibles parecen ambas estructuraciones también en las lenguas mismas, en primer lugar, por supuesto, en el caso del guaraní paraguayo, que, como es sabido, ha llegado fuera del predicado, en sus satélites actanciales, a un sistema de organización actancial a grandes rasgos semejante al del español, mediante la extensión de la marca de locativo (-pe). Este sistema, de orientación acusativa, contrasta, si bien no se contradice, con lo que se ve en el predicado. Sin duda para Klimov sería también un efecto de europeización el "nominativo" descrito por Harrison, que aparece en la oración guajajara en el caso de la "reprise" pronominal. Sin esperar una refutación filológica - por cierto sencilla - de esta suposición, habrá que pensar más bien en ciertas preferencias combinatorias de carácter casi evidente y suponer que en principio los satélites actanciales, en ausencia de indicios contrarios en el predicado, son más accesibles a una ordenación acusativa (cf. BOSSONG:1985: 6). De todos modos, cabe recalcar que el sector "acusativo" - o lo que podría llegar a serlo - de las lenguas tupí-guaraníes ocupa una posición típicamente marginal en la oración, fuera del conjunto de compuestos que la constituye.

Al aplicar la marca locativa, con el tratamiento parcialmente locativo del objeto directo (p.ej. en ro-hexa ndé-ve, equivalente a esp. te veo a tí), la coherencia en la ausencia de marca sólo en lo que está en posición de sujeto permite identificar un primer actante con criterios morfológicos. Es decir, en una serie de varias marcas actanciales, en principio positivas, se da un único caso divergente, determinado sólo por estar directamente apoyado en el predicado. Esto recuerda, en cierto sentido, la técnica yuxtapositiva que se ha observado en el verbo guaraní, pero hay de hecho una diferencia fundamental. En sí, tal conexión con el predicado tiene un contenido tan vago y en el fondo tan vacío como la combinación de una forma verbal del guaraní con su prefijo personal;20  pero, puesto que está en una relación precisa con las expresiones positivas de los otros actantes, funcionando como la forma básica de éstas, puede recibir valores de contenido a través de la relación con las formas positivas y, si se quiere, sin aporte propio. Desde esta perspectiva, el "sujeto" de las lenguas acusativas ha de ser entendido como portador de la asociación entre primer actante y el papel semántico de "agente", que vale, por así decirlo, en tanto no haya indicios en contra, es decir, en las oraciones no activas.21 La problemática del "caso típico", identificada en LACA (1986:247), la comparte el sujeto con el agente, que no se constata en las lenguas, sino en los hechos que las lenguas presuponen. Y es seguramente esta característica del sujeto lo que ha causado las eternas dificultades de los estructuralistas a la hora de entendérselas con la sintaxis de la oración. El sujeto es de hecho un fenómeno que queda fuera del dominio que les es accesible, por más que la categoría mixta "sujeto" está, a través de su polo morfológico, claramente asociada a hechos de las lenguas particulares. El estudio tipológico de lenguas como el guaraní nos puede mostrar - y no es lo menos importante - cómo en los dominios marginales de tales lenguas pueden funcionar estructuras sintácticas acusativas al lado de la estructuración dominante caracterizada por la carencia de la categoría de sujeto. Éstas permiten mantener, en modo relativamente económico, la flexibilidad de la estructura oracional necesaria para el funcionamiento de la sintaxis, más allá de la estructuración polisintética sumamente limitada por la necesidad de un contacto directo en la expresión entre los elementos conectados. En el sistema lingüístico del guaraní sólo puede constatarse la coexistencia de ambas estructuraciones. Sería tarea de una lingüística orientada hacia el discurso la de mostrar la motivación de lo constatado y completar las implicaciones que de ahí se desprenden.

[Die Tupi-Guaraní-Sprachen sind als Beispiele für den sogenannten "aktivischen" Typ der sowjetischen syntaktischen Typologie angefûhrt worden; darum werden die augenfälligsten syntaktischen Eigenschaften des paraguayschen Guaraní erörtert, allerdings im Rahmen einer Typologie strukturalistischer Ausrichtung.  Es wird ein Überwiegen der Zusammensetzung gegenüber affigierenden Techniken festgestellt, und dies erlaubt, eine Reohe von auffälligen syntaktischen Erscheinungen der Tupi-Guaraní-Sprachen zu deuten.  Die diskussion, die sich auch auf die nachstrukturalistische Typologieheute (d. h. seit Greenberg) erstreckt, zielt darauf hin, den Begriff der syntaktischen Relation und besonders des  Subjelts unter den Bedingungen einer Kompositionssyntax zu klären]

Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post